domingo, 4 de julio de 2010

delirios aereos

Nunca había salido tanto tiempo de Liverpool. El viaje desde Roma fue un suplicio nervioso. Cada vez que el piloto decía landing yo entendía Londres. Mirando por la ventana trataba de conocer lugares típicos como la torre de la radio que se parece a la de Seattle. Entonces pensaba que tendría que tomarme un tren de la ciudad más cara del mundo y esperar más tiempo para ver a mi ser querido que me estaba esperando en el aeropuerto. Cuando dijeron "Bienvenido a Liverpool" respiré tranquila. Mi ser querido estaba, por así decirlo, en primera fila para recibirme. Para rematar la felicidad, más tarde salió el sol. Gracias por la bienvenida, my beloved city.

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